martes, 2 de octubre de 2012

¡Primer mes en Barcelona!


Recontra instalados. Empadronados en el ayuntamiento, inscriptos en la salud pública, poseedores de una cuenta bancaria local, titulares de dos líneas de celular, con Número de Identificación de Extranjero, y oficialmente: felices. Ahora si! Trámites terminados: arranca el turismo.

Frente a la policía, completando papeles, en un duro día de trámites (?)
Nuestro primer viaje tenía un destino claro: playa. Nos bajamos del Renfe en la Plaza Catalunya. A la derecha: El Corte Inglés. A la izquierda: El Hard Rock. Inmensos. Ahora si! Tenemos que agarrar la Rambla y salimos a la playa, excelente. Pensar que mi abuela me habló tanto de este lugar! El único problema era que no teníamos mapas, pero somos dos adultos con sentido de la orientación, sólo tenemos que hacer un kilómetro y medio. Joya.

 ¿Cuántas veces seguidas alguien se puede perder? Más de 6 y menos de 8, adivinen (?). Caminamos 9 (desprolijos pero divertidos) km. MUERTOS, llegamos al puerto. ¡Valió tanto la pena! Caminamos unas cuadras más y llegamos a la Barceloneta, la playa céntrica más conocida de la zona. Y si: los pies en el Mediterráneo. Flash.

Playa La Barceloneta
Cuando uno viene de una tierra en la que lo más antiguo puede tener a lo sumo 300 años, pensar en castillos y edificio del 1500 shockea. True Story. Puerto, aduana, barcos, etc. El caso es que obviamente llegamos a la playa cuando los 32 grados de las 3 de la tarde, ya se habían convertido en 24 de las 6, y más que los pies no pensaba meter en el mediterráneo.

Salimos de la playa, arruinados. Caminar 10 km en ojotas no es justamente lo que recomienda el médico. Terminamos en el casino de Barcelona robando wifi. Iuju!

Averiguar como volver fue bastante jodido. Intentar preguntarle una indicación a alguien por la calle es salir perdiendo: el 90% son turistas y ya que están te hacen una preguntita a vos. Maldición. El caso es que como unos campeones llegamos a una estación, se llamaba Arc de Triomf. Y ahí, a que no saben que encontramos? MUY BIEN! Un arco del triunfo que estaba de re chupete, miren y juzguen, lindos.

El Arco del Triunfo Catalán
Siguiente paseo: La Sagrada Familia.

Esta vez estrenamos el metro (nota: las ratas me dan la bienvenida en tres idiomas). Dato copado: conseguimos mapas, que campeones por favor (?). Salimos del subte, miramos para arriba: la Sagrada Familia te deja totalmente mudo. Por supuesto: lloré. No podía creer lo que estábamos viendo.

Sagrada Familia, fachada del nacimiento
Arrancamos por cruzar a la plaza frente a la fachada del nacimiento a intentar sacar en alguna foto lo que estábamos viendo. Por supuesto que ninguna le hace justicia. Impresionante.

Se calcula que la Sagrada Familia estará terminada para mediados de este siglo. Así que vamos a poder decir: “yo fui a la sagrada familia cuando todavía no la habían terminado!”, porque no alcanza con haber nacido en el 1986 para que las futuras generaciones piensen que sos una pieza histórica. Alegría!

Al entrar fue cuando decidí, en vez de llevarme un recuerdo, dejar uno: patee un escaloncito divino, precioso, y dejé una uña del pie izquierdo en la Sagrada Familia. Distintas teorías dicen que se escucharon puteadas en calatán a Gaudí y tres generaciones de ancestros, pero no fueron confirmadas.
La Sagrada Familia, fachada de la pasión

Retomemos. Estuvimos más de 4 horas adentro, un flash total. Tuvimos la gran idea de subir a una de las torres por la módica suma de unos eurillos de diferencia. La vista de Barcelona desde arriba de La Sagrada Familia te vuela la capelu. Bajar las escaleritas antiguas del ancho de nuestro cuerpo, asomarse a los balconcitos. Recontra recomendable. Hubiera sido ideal que no se nos quede sin batería la cámara cuando estábamos arriba, pero todo no podemos pedir (?).

Luego bajamos al museo Gaudí y fuimos a la escuela que él mismo mandó a construir para los hijos de los obreros que trabajaban en el templo. Gauchito.

En fin: tremendo.

Ese mismo día pasamos por la puerta de la Casa Batlló y Casa Milà. Costaban carísimas las entradas (más de 20 euros) y ya habíamos visto lo mejor de Gaudí, así que lo dejamos para otro día. Caminamos por La Gran Vía y Paseo de Gracia, conocimos la Barcelona glamorosa. Una topetitud.

Siguiente paseo: marcha. Y si: no hay que perder la costumbre! Resulta que el 11.09 es la díada de Catalunya y hacen fiesta.

Díada de Catalunya en La Gran Vía y Paseo de Gracia
Ustedes no digan nada, pero cuando nosotros escuchamos “fiesta” nos imaginábamos algún recitalito (mi pobre corazón soñaba con Serrat), o algún desfile, algo! El caso es que yendo a buscar esas cosas nos vimos metidos en la marcha más grande que hizo Catalunya en toda su historia, en reclamo por la independencia. Jeje. Dos millones de catalanes agitando al ritmo de “¡boti boti boti, español qui no boti!” (el que no salta es un inglés, versión catalana). Todos con banderas, caras pintadas, pancartas. Jóvenes, viejos, adolescentes, parejitas, familias. Todos convencidos de que España estaba hundiendo a Catalunya y era necesario independizarse. Groso. Encontramos carteles de lo más pintorescos con frases como “No somos España, tenemos menos fiesta y más siesta” y “Primer presidente de la transición: Pep Guardiola”  Ni hablar que saltamos como locos.

SIGUIENTE! AHORA SI PLAYA! El chucho se levanta y dice “y si buscamos alguna playa para ir?”. Pensé que era obra divina, la visita al templo lo había iluminado, pero no: estaba agobiado por el calor. Entonces buscamos en guguel (como pronuncian los catalanes, joder!) una playa copada y emprendimos nuestro viaje a Sant Adriá de Besós, en Badalona (al ladito de Barcelona).

La playa divina, muy poca gente, mucha carne al aire, mucha carne tapada. Porque esas cosas te pasan en Barcelona: una mujer en topless nada al lado de una con burka, y a nadie le interesa. Nada le hace mejor al cuerpo que ver la libertad de otros que se quieren un poco más de lo que estamos acostumbrados.

Sant Adriá de Besós
Y ahora si, esta vez: nadamos en el mediterráneo. Juntos, de a uno, al lado, todo. Te hago una plancha de cara al áfrica!

Luego unas comprillas, y a casita. “uh, mirá, el tranvía!” a full. Mapa en mano: nos deja joya. Genial. La estación dice que faltan 8 minutos para que llegue el próximo, un éxito.

Llegó. Subimos. Ponemos nuestro pasaje en las máquinas…. Me lo rechaza. Pánico. (tranvía andando, obvio). Probamos de nuevo: rechaza. Miramos el pasaje y no tenía más viajes para usar, era uno viejo. Maldición! Revolvimos todos los bolsos, nerviosos, buscando el nuevo. No aparece. “Que hacemos chucho? Si nos agarran son 100 euros”. “bajemos!” . (yo) habíamos perdido el boleto (?). Eso fue lo más ilegal y osado que hicimos en nuestra estancia. Locos locos locos.

Cara de dormida de camino a la facu
Después de eso arrancamos a facu, y ya se nos empezó a complicar un toque. Pablito tenía que ir probando que materias le gustaban y yo ir probando en cuales me podía colar. Alegría! 

A la facu vamos caminando. Son 4 km preciosos. Un lujo, que al llegar se transforma en un vallecito. No me canso de este lugar. Me fascina.  

Después Barcelona se volvió cada vez más familiar. Entre paseos y compras, fuimos unas cuentas veces más. Recorrimos el Monasterio de Pedralbes (un monasterio del 1500 que  es un flash), caminamos por la Rambla, recorrimos la Ciutat Vella, entramos al Mercado de la Boquería (donde me compré melón en un vaso que me vendieron por un euro, adorable).  A mi gusto y por ahora: las tres cosas más deslumbrantes de Barcelona. 

Próximamente en Barcelona: Parque Güel, Montjuic, Museo Picasso, etc. 

Ampliaremos.-




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