martes, 25 de diciembre de 2012

¡Feliz Navidad!

Estamos en Madrid, pasando con familia -que nos ha recibido extraordinariamente bien- nuestra primera navidad invernal. Sólo queríamos dejarles a quienes nos leen (que, probablemente sean quienes nos quieren) un beso grande y nuestros mejores deseos para estas fiestas y para el año que viene.

¡Feliz Navidad!

Les dejamos nuestro regalito (?)

domingo, 23 de diciembre de 2012

La inolvidable Budapest, Parte III

La mañana siguiente empezó por la Sinagoga Dohány, la segunda Sinagoga más grande del mundo, sólo superada por la de Jerusalem. Hicimos la visita guiada en español para poder aprender más sobre el lugar. De acuerdo a lo que nos contaron, allí funcionó un ghetto judío que posteriormente se convirtió en un campo de concentración. Cuando los soviéticos llegaron se encontraron con muy pocos sobrevivientes y unos dos mil muertos. Sus cuerpos fueron enterrados en el patio de la Sinangoga, en fosas comunes, con placas de quienes se sabe o se cree que están allí. Cosa triste si las hay. En el patio está el árbol de la vida (que es? no hay foto ni explicación!) y grandes placas de piedra con nombres tallados: los nombres de aquellos húngaros que escondieron en sus casas a los judíos durante la guerra, arriesgando sus vidas por desconocidos. Fue una muy linda visita.

Sinagoga Dohàny, la segunda más grande del mundo.
Y para reponernos ¡nos fuimos de compras! Mercado Central de Budapest. Decenas de puestos con diferentes cosas húngaras, con artesanos que no hablaban ni inglés, y otros que hablaban hasta español. Caminamos, compramos chucherías para el hogar y seguimos viaje.

Mercado Central de Budapest.
Siguiente destino: la Ópera de Budapest. El día anterior habíamos pasado para averiguar por las visitas guiadas. Nos encontramos con que los precios de las entradas para las funciones arrancan de dos euros. Nos volvimos locos. Gritamos, lloramos, pataleamos de alegría. Bueno, quizás estoy exagerando, sólo averiguamos para ver algo. Pero lamentablemente para ese día quedaban solo las caras y los próximos dos días no había funciones. GRACIAS BUDAPEST (?). En fin, llegamos a tiempo para la visita guiada. Pablo fue a sacar la entrada y se enteró que tenes tres opciones para la visita guiada: solo la visita, visita y sacar fotos, visita y mini recital. Un leve malentendido con la boletera, hizo que Pablo tenga entrada para sacar fotos y yo para el mini recital, cuando sólo habíamos pagado las de fotos. Nos hicieron poner unas bolsas de tela en los pies y arrancó la visita.

El edificio es precioso. Fue construido a fines del 1800, con permiso del Rey de Austria, con una condición: la ópera tenía que ser menos hermosa que la de Viena. Cuenta la leyenda que el muchacho fue una vez y no volvió nunca por culpa del enojo al darse cuenta la belleza del lugar. Como casi todos los emblemáticos edificios en Budapest, fue construido con materiales húngaros, mano de obra, arquitectos, artistas, todo húngaro. Decorado con hermosos frescos y 4 kg. de oro. La visita, una vez más, valió la pena.

Ópera.
El caso es que termina la visita y los que teníamos pulsera azul teníamos que pasar a una sala para ver un mini recital de 5 minutos. Mi pulsera era azul por error (error no pago, vale aclarar) y Pablo tenía una roja.

- ¡¿Qué hago chucho?!
- Sh! Andá! Nos encontramos a la salida! Sh!

Argentinos por el mundo, que alivio sentirse como en casa (?). El caso es que quedé con un montón de gente en una sala y de golpe de atrás de una cortina sale un hombre vestido del fantasma de la ópera y empieza a cantar. Cantaba muy bien. De golpe empecé de sentir que me miraba. Confieso un eterno gran miedo: que en espectáculos me haga partícipe de la obra, pánico me da. Pensé: “obvio que te estás persiguiendo ¿mirá si te va a venir a hablar?”. El caso es que el amigo atravesó la gente se paró adelante mío y con música de fondo, dejó de cantar y me dijo “Dance with me”. Me puse violeta, ¿justo a mi? ¿posta? , le dije temblando como una hoja “No! I don't know how to dance! Please don't do this to me!”. “PLEASE, DANCE WITH ME!” “NO! I CANT!” y entonces se puso a gritar “WHY GOD??, WHY??!!” y se puso a bailar solo. Todavía no puedo creer que pasó eso, la gente estaba feliz, ¡los japoneses morían de risa! Pasaron horas y todavía temblaba. Terminó el show, se acercó y me guiñó un ojo. Pensé que me explotaba la cara, pero al público le pareció encantador y todos rieron y aplaudieron, no tengo idea si pensaban que era todo armado o qué, pero así fue. El pánico hecho realidad. Ojo, en mi imaginación se sufre más que en la vida real y hoy pienso que haber bailado hubiera sido lo mejor, esta anécdota sería aún más graciosa, aunque acepto que es una de las cosas más bizarras que me pasó en Europa. Jamás volveré a la ópera. Jamás (?). 

Desde el Castillo de Buda, al otro lado del Puente: San Esteban iluminada. 
Seguimos camino. El día anterior, cuando estábamos en San Esteban, nos dieron un folleto de un recital de órgano y una mezzosoprano que se realizaría el día siguiente en la Catedral. Con el tiempo justito, corrimos a ver si conseguíamos entradas. Los recitales en las iglesias son bastante comunes en Europa, y nos podíamos irnos sin vivir esa experiencia. Conseguimos entradas y, como casi todo en Budapest, con descuento de estudiante. La Iglesia más hermosa que conocimos con un inmenso órgano sonando a nuestra espaldas y una voz impresionante acompañándolo. Gran momento.

Paseos nocturnos por las orillas de Danubio. 
Terminadas las visitas del día, nos fuimos a pasear por ahí. Caminamos por un lado del Danubio, cruzamos por el Puente de las Cadenas y caminamos del otro. Sacamos fotos, disfrutamos de la vista y nos reímos por la calle, fieles a nuestro estilo.  Volvimos al Castillo de Buda para disfrutar la vista nocturna y atravesamos la cuidad para volver a la Plaza de los Héroes otra vez. Un placer.

Plaza de los Héroes.
Subte. Hotel. Baño de espuma (?), tecito de frutilla y a dormir.

La mañana siguiente era muy importante: acorde a la orden del vigilante del Parlamento, teníamos que estar a las 8 de la mañana en la puerta para poder conseguir entradas para la visita de las 11.30. Dicho y hecho: llegamos 8 y 11 minutos y compramos las últimas dos. YEAH! Teníamos tres horas en el medio. “¿que hacemos, chucho?”. Cruzamos el río y visitamos la Iglesia de Santa Ana, una de las pendientes. Muy linda, chiquita, barroca, con cuadros en las paredes y frescos en el techo. Seguimos caminando. Caminamos por casi toda la ciudad y llegamos al Sepulcro de Gül Baba.

Gül Baba (traducido: el padre de las rosas, porque siempre llevaba rosas en su turbante) fue un soldado turco que murió después de conquistar Buda con los musulmanes, en 1541. Aparentemente, era un tipo muy respetado y querido.

Sepulcro de Gül Baba.
Nos volvimos a Pest para pasear un rato más por los alrededores del Parlamento, por si se nos hacía tarde. Encontramos junto al río algo espectacular: Los zapatos de los inocentes. Este impresionante memorial hecho por el artista Gyula Pauer, representa uno de los hechos más espantosos de la Segunda Guerra: durante la noche del 8 de enero de 1945 una brigada de ejecución entró al ghetto de Budapest y se llevó a sus ocupantes a orillas del Danubio, allí de los ató de a dos, se fusiló a uno de cada pareja, y se los tiró al río. Se podrán imaginar que pasaba con el que no era fusilado. Esa terrible historia transmite fielmente el memorial, la tristeza de los antiguos zapatos que quedaban a orillas del río. Perdón por el bajón. Sigamos.

Los zapatos de los inocentes.
Se nos hizo la hora así que arrancamos para el Parlamento. Unos cuantos hispanoparlantes, todos juntos esperando la señal. Para entrar tuvimos que atravesar un riguroso control de seguridad, Pablo tuvo que sacarse el cinturón y yo casi todos mis abrigos. No son justamente amigables los muchachos estos, la campera casi me la arrancaron.

Buda desde el frente del Parlamento.
El Parlamento de Budapest es el tercero más grande del mundo, hecho por un arquitecto húngaro enteramente con materiales húngaros, mano de obra húngara y artistas húngaros, como condición para su fabricación. Se usaron 40 kilos de oro para su decorado y los vitrales que llenan el parlamento son todos distintos y pintados a mano. Di vi no.

Parlamento de Budapest, el tercero más grande del mundo.
Una vez terminada la visita, ese mismo día a la tarde nos volvíamos a casa. Pero nos quedaba una cosa por hacer: aún no habíamos comido Goulash. Nos fuimos caminando hacia la famosa Váci Utca (calle Váci), corazón turístico y comercial de Budapest. Encontramos una feria en una plaza con diferentes puestos de comida local, hasta que uno nos ofreció lo que buscábamos: sopa de Goulash en un pan. DEME DOS. Las sentados en unas mesas ahí mismo, hacía frío pero la sopa calentaba el espíritu y nos despedía de la ciudad.

Que le aproveche, lindura!
Y así terminó. Nos volvimos a casa con todas estas historias de este lugar extraordinario que es Budapest. Un gusto.


Más fotos de Budapest

jueves, 20 de diciembre de 2012

Budapest II

Señor y señora, si se le ocurre ir a Budapest debe tener en cuenta un asunto no menor: la neblina. Buda está sobre dos colinas a orillas del Danubio. Si elegís ir a caminar a una de ellas a las 8 de la mañana de un frío domingo... puede que no veas absolutamente nada. ¡PERO TRANQUILOS! Tipo once ya nos veíamos entre nosotros (?).

Subiendo a la Ciudadela.
Como nuestro hotel estaba en Pest y con un subte cerquita, pudimos cruzar varias veces el río. Algunas veces caminando por el memorable Puente de las Cadenas, otras en tranvía, colectivo o subte. El Puente de las Cadenas es el puente más antiguo de Budapest, se terminó de construir en 1849. Hasta su construcción, el Danubio sólo se podía cruzar en barco. Por supuesto que el actual no es enteramente el original sino una reconstrucción, ya que este (como casi toda la ciudad) fue destruido durante la Segunda Guerra.

No se burlen... ¡estaba tan cansada!
En fin, el caso es que arrancamos tempranito y nos fuimos a recorrer la Ciudadela, el punto más alto de la ciudad. Esta se encuentra arriba del Monte Gellert, coronada por un fuerte construido por la dinastía Habsburgo en 1850 como edificio de vigilancia. La subida es un hermoso parque, con juegos y escaleritas que facilitan la tarea. Subir fue duro, lo acepto. Una vez que llegamos arriba nos encontramos con una inmensa estatua (que sólo vimos cuando la teníamos a tres metros) en homenaje a los soldados soviéticos que murieron “liberando” Hungría. Si, como habrán nota esta estatua es objeto de gran controversia en la ciudad, ya que unos cuantos amigos húngaros creen que el costo de los soviéticos fue demasiado alto y no se llevaron muy bien con los 40 años de comunismo. Volviendo al fuerte, se imaginarán que lamentablemente no pudimos disfrutar de las vistas por el asuntito de la neblina, pero la visita valió la pena igual. El fuerte daba piel de gallina: adentro tenía un bunker de la Segunda Guerra al que pudimos recorrer. Las paredes del fuerte conservaban los agujeros de bala testigos de los fusilamientos; y dentro, un museo con fotos, representaciones de la época, armas, banderas, etc. Nunca habíamos visto algo así.

Bunker Nazi de la Segunda Guerra.
De ahí seguimos caminando. Bajamos el monte y subimos al otro. Nuestro próximo destino: El Castillo de Buda, también conocido como “Palacio Real” porque antiguamente era la residencia de los reyes de Hungría. Actualmente allí dentro hay museos y bibliotecas. El castillo es hermoso, aunque tiene el mismo asunto que todo: destruido y vuelto a construir hace 50 años. La verdad es que pasear por ahí fue un placer, pero lo más hermoso del castillo es la vista que da junto con el puente de las cadenas desde el otro lado del río. Budapest se las ha ingeniado para superar el asunto de las pocas horas de sol: la ciudad está magníficamente iluminada. Las vistas de todos los puntos altos de la ciudad, parecen cuadros o postales.

Castillo de Buda, desde uno de los patios. 
Castillo de Buda al final del Puente de las Cadenas, desde el otro lado del Danubio.
Ese día por fin pudimos entrar a la Iglesia de Matías. No nos vamos a explayar mucho sobre ella, porque ya hablamos del asunto en el primer post. De afuera preciosa (reconstruida 3 veces), de adentro llena de andamios. Hermosos vitrales, paredes pintadas con diferentes motivos y un lindo balcón real, desde donde los reyes de Austria presenciaban la misa.

Balcón Real en la Iglesia de Matias. 
Dimos un paseíto más por el Bastión de los Pescadores (no lo habíamos visto de día y ya estábamos ahí!), caminamos por las hermosas calles de la zona, nos tomamos el 16 (fuentes anónimas dicen que lo tomamos para el otro lado y tuvimos que dar la vuelta entera en bondi, pero no está confirmado), y llegamos finalmente a el lugar que más me gustó de Budapest: la impresionante Iglesia de San Esteban. Impresionante es poco. Nunca vi algo tan hermoso. Primero subimos a la cúpula, por miedo que nos pase como en Notre Dame y no lleguemos. La subida es eterna y nosotros que somos guapos la hicimos en escalera. Las vistas desde arriba son preciosas. Rodeamos toda la cúpula y disfrutamos de las vistas desde Pest (todo el resto de las vistas altas son desde Buda). Bajamos y conocimos la Iglesia. Wow. El nombre de la basílica se debe al primer Rey de Hungría: István, y ¿a que no saben que conservan adentro del templo? La mano derecha del muchacho. Hueso, piel y carne en una vitrina. Si, morboso como suena. Aparentemente esta es la razón por la que santificaron al antiguo rey: casi mil años después de muerto encontraron su mano en perfecto estado. Entrada a la basílica: dos euritos de “donación” obligatoria, bajo la atenta vigilancia de un señor vestido de cura que te invita a pasar una vez introducidas las monedas en la caja. Esta vez valió muchísimo la pena.

Basílica de San Esteban.
Llegó la noche. Nos fuimos a tomar un chocolate caliente y a caminar por la famosa Avenida Andrassy. La hermosa avenida fue declara por la Unesco como patrimonio de la humanidad, por sus hermosas fachadas y palacios renacentistas. Disfrutamos del Boulevard con una larga caminata, hasta llegar a la Plaza de los Héroes. También preciosamente iluminada, sus estatuas conmemoran las 7 tribus fundadoras de Hungría. Atrás de la plaza, una inmensa pista de patinaje sobre hielo.

Plaza de los Héroes.
Con el día terminado, al hotel a descansar.



To be continued... (?)

miércoles, 19 de diciembre de 2012

"Sólo me falta una espada"

Este lo canté para mi (?).

El Laberinto del Castillo de Buda es el sueño del nerd. Desde el día en que salieron las ofertas, y empezamos a investigar la ciudad para ver si valía la pena ir o no, era lo que más me llamaba la atención. Nota: tampoco es que sea tan pelotudo, que me llame la atención esto por raro no significa que lo demás no me pareciera extraordinario (?). Pero tenía un problema: figuraba como "cerrado" en la web que usamos para conocer las atracciones de la ciudad (por cierto, recomendamos ésta guía y todas las demás de Civitatis para cualquier ciudad que esté tratada. Están sumamente actualizadas y dan unos consejos de viaje -tanto para elegir atracciones, como para moverse, precios y recomendaciones- muy útiles).

Por suerte, cuando estábamos bajando del Bastión de los Pescadores, para el lado del Castillo de Buda, vimos el cartel del Laberinto y nos arrimamos a chusmear...

Eso de atrás es parte del Disney Bastión de los Pescadores, desde adentro.
En el post anterior nos había quedado afuera de las fotos, así que lo cuelo acá.
Si bien es cierto que, como dice la propia web oficial, gran parte del Laberinto está cerrado, nos encontramos con que se podía acceder a lo que, creemos, era uno de los cuatro mini laberintos que forman el complejo.

Básicamente, el laberinto es una cueva natural de 500.000 años de antigüedad. Pero claro, en una ciudad como Budapest -que, como contaba Corina en el post anterior, fue ocupada por todas las civilizaciones habidas y por haber-, tiene una fuerza histórica adicional impresionante. Además de refugio de civilizaciones prehistóricas, ofició de cámara de tortura, cárcel y bodega (?) del castillo durante la edad media y de instalación militar secreta, bunker antibombas para altos funcionarios y hospital militar durante las guerras mundiales. El laberinto fue reacondicionado después de la caída del muro y se lo convirtió en una especie de muestra cultural. Se pusieron, a lo largo del recorrido, réplicas de estatuas prehistóricas, pinturas rupestres y una exposición de figuras de cera de época.


Como pueden ver, ya el mapa -con perdón de la expresión- es puro rol. Es un recorrido circular, con un montón de pequeñas habitaciones y desviaciones a las que uno puede acceder siguiendo el camino principal. De más está decir que como buen nerd +1 (Corina no estaba especialmente encantada por la idea, pero ya llegaremos a eso (?)), no nos fuimos del Laberinto sin pisar cada rincón. 

Habría que dividir el recorrido en dos partes... no porque esté dividido físicamente de manera alguna, sino más bien por como lo vivimos nosotros. 

Intenté dejarla ahí, pero encontró la manera de escapar (?).
Sobre la primera parte, cada pasillo tiene indicaciones, carteles que van contando la historia del laberinto, esculturas, fotos antiguas. Pudimos ver la exposición de figuras de cera que, en general, representaban a la nobleza húngara con músicos de la época (la cultura musical que tiene Budapest es impresionante, el 50% de los carteles publicitarios que se ven en la calle son de espectáculos musicales). En esos recovecos -porque no hay otra manera de llamarlos- sonaban obras de los compositores que aparecían en las representaciones. Además, en uno de los rincones nos encontramos con esto:


Sí, Hungría está geográficamente -en buen francés- a una escupida (?) de Rumania. El más famoso prisionero del laberinto estuvo ahí durante el siglo XV, durante el reinado de Matthias (¡el de la iglesia!): Vlad Tepes, el Conde Drácula. 

Aclaración pertinente: no en todo el laberinto había música, sí en ese sector (y en la parte de los músicos, que contaba antes). Pero el lugar es francamente tenebroso. Está 15 metros bajo tierra, a máximo 500 metros de un río gigante como el Danubio, y nosotros caímos ahí a finales del otoño. En resumen: la humedad y la neblina que había ahí abajo era infernal. Leímos algún lado que no está recomendado para claustrofóbicos y asmáticos, y es exactamente así. Con la cámara no pudimos sacar fotos, el lente estaba completamente empañado, las que hay son de los celulares. Como decíamos en el video, no se veía diez metros para adelante, y eso que había lámparas en las paredes, bastante cerca unas de otras. 

Pero claro, eso fue hasta las seis de la tarde.


Exactamente a las seis de la tarde, se nos acercó un señor muy simpático con una lámpara de aceite. Le preguntamos por qué nos la traía y nos aclaró que a partir de las seis el laberinto apaga las luces. Diez segundos más tarde, fuera luces, fuera música. En ese momento, cambiamos el nada de "no se ve nada" de sentido figurado al sentido literal. Silencio y oscuridad puros y duros, como sólo se los puede encontrar abajo de la tierra.

Por supuesto, eso generó reacciones encontradas en la sociedad conyugal. Básicamente, yo no cabía en mi de alegría, y Corina quería rajarse a toda costa (?). Pero todavía nos quedaba medio laberinto, y había que recorrerlo.


Para insertar el video, mientras escribo el post, abro el link. Corina lo escucha y me dice, desde el otro lado de la habitación: "Yo no te puedo explicar las ganas de vomitar que tenía en ese momento. Esos tipos son rústicos, ¡son rústicos! ¡Mirá si se olvidan y me dejan encerrada!". El terror perdura, sí señor.

No se veía nada. Nada. Y sólo se escuchaba agua. Y se pisaba agua. Y se respiraba agua. La única luz que teníamos era la lamparita que, con la niebla, no llegaba a iluminar la pared que estaba a un metro y medio. En los videos se nota lo que digo: son más bien audios. Mírenlos, no tienen desperdicio (?).


Después de dar un par de vueltas siguiendo las paredes e, insisto, sin dejar de pisar ni uno sólo de los rincones del laberinto, no sea cosa que dejemos alguna cosa looteable (?) en el camino, llegamos a la salida. 

Fue una experiencia extraordinaria, se las recomendamos a todos aquellos a los que se les ocurra pisar Budapest. En particular, apunten a llegar alrededor de las seis: la visita se disfruta muchísimo más con las luces apagadas. Fus Ro Dah! (?).

Sacada con flash, obvio, con la luz real era difícil hasta encontrar el trono

martes, 18 de diciembre de 2012

Budapest, la Perla del Danubio

Diferente a todo lo que habíamos visitado hasta acá, y partida a la mitad por el Danubio, aparece  Budapest, capital de Hungría.

Quizás ustedes se pregunten ¿y como fueron a parar ahí? La respuesta es simple: estaba de oferta. Un hotel cuatro estrellas a al 40% que la pocilga de París (?). Había que aprovecharlo.

Llegamos al aeropuerto y nos encontramos con el pequeño inconveniente que las máquinas para sacar boletos de transporte no andaban. Tardamos una vida, pero conseguimos y decidimos sacar pasaje de transporte libre de tres días, lo que resultó ser una gran gran idea, recomendable a todos los que quieran conocer ese destino.

Vista de Buda, desde Pest.
La ciudad, como antes les decía, esta dividida en dos por el Danubio: Buda y Pest, anteriormente ciudades separadas, que decidieron unificarse a fines del siglo XIX.

Ciudad loca si las hay. Vistas impresionantes entre castillos antiguos hechos a nuevo y algún que otro fuerte de la segunda guerra con agujeros de bala.

El transporte es muy simple: tienen tres líneas de subte con escaleras mecánicas eternas, varios colectivos cortos, tranvías y trolebús (ni se les ocurra preguntarme la diferencia -uno tiene ruedas y el otro vías!-). El caso es nos tomamos todo y fue muy fácil. Incluso puede pasarte que te tomes un colectivo para el otro lado pero aparezcas en seguida en el lugar donde querías estar. Ojo, eso me lo contaron (?).

Las interminables escaletas del metro. Pero iban a los chapazos (?)
El hotel, una mononada. La habitación inmensa, y el baño nos dio el regalo de una bañadera enorme en la que pude disfrutar de mis espumosos baños húngaros. Que glamour, por favor. Un detalle, estaban construyendo, en la esquina del hotel, parte de la cuarta linea de subte, que aún no inauguran... pero los ruidos ni se sintieron.

Empezamos a recorrer por el Parlamento, porque es difícil conseguir entrada para hacer la visita guiada, y menos mal: no conseguimos hasta el último día. Vale totalmente la pena. Pero por supuesto, esto no lo supimos hasta el día que nos fuimos, ya que nos dijeron los guardias que para ese mismo día se habían agotado hacía bastante y los dos días siguientes iba a estar cerrado por eventos políticos. La única opción sería ir el martes a las 8 de la mañana, y rogar que haya quedado alguna entrada. Seguimos paseando.

A las 4 de la tarde se nos hizo de noche cerrada, así que cruzamos el río y disfrutamos la vista del Parlamento desde el otro lado. Los edificios de Budapest están hermosamente iluminados y eso hace un placer caminar de noche por sus callecitas.

El Parlamento de Budapest, desde el otro lado del Danubio.
Caminamos hasta el Bastión de los Pescadores, hermoso mirador situado en la colina de Buda, construido a principios del 1900, con sus siete torres conmemorando las siete tribus fundadoras de Hungría. La vista es hermosa, justo al lado del Danubio, se puede ver todo Pest. El Bastión es Disney. Mal. Es todo lo que uno espera de un castillo de película de fantasía. Un lugar hermoso.

Ahí mismo encontramos a la Iglesia de Matías, una de las iglesias católicas más famosas de Budapest, construida en el Siglo XIII, reconstruida dos veces. Pequeño detalle: te cobran para entrar, cosa que siempre me enfurece en los templos religiosos -así los mantienen!-. Las cosas en Budapest tienen horarios muy estrictos: estaba cerrada. No vayan a pensar que no teníamos todos estos horarios anotados, sino que el primer día lo habíamos asignado a lo que fue: caminar por la ciudad y disfrutar de las vistas.

Iglesia de Matías, en el Bastión de los Pescadores.
Budapest tiene la magia de haber sido un lugar de todos. No sólo fue Buda y Pest, sino que fue conquistada por el imperio Otomano por 150 años, fue parte de Austria por casi toda su historia, fue aliado de Alemania durante la segunda guerra (lo que le dejó como consecuencia el 70% de la ciudad destruida), y una vez terminada la guerra pasó a formar parte del Bloque del Este y fue soviética hasta la caída del muro: una ciudad historia. Escudos comunistas y matroshkas, baños turcos, un bunker en lo alto de una montaña, todo mezclado en una ciudad hermosísima con puentes (todos nuevos, imagínense por qué) y un montón de gente bastante diferente a lo que estamos acostumbrados. Por empezar: casi nada de inglés. ¡A remarla!

Vista desde el Bastión.
Una vez que terminamos de recorrer el Bastión y disfrutar de las vistas, nos fuimos a pasear por ahí. Habíamos leído sobre algo que a Pablo lo tenía fascinado: el Laberinto de Buda, pero la web anunciaba que estaban cerrados desde el año pasado. Mientras caminamos por las callecitas Pablo reconoció la dirección de una de las entradas secretas de los laberintos. Fuimos en busca de ellos, por las dudas, y nos encontramos con que ¡¡estaban abiertos!! Como la felicidad del muchacho no se puede explicar así nomás, decidimos dedicarle un post especial, antes de seguir con el resto de Budapest. Ya verán… 

sábado, 15 de diciembre de 2012

Visita al Palau de la Música Catalana

El miércoles pasado ofició de séptimo día bíblico (?). Después de una semana encerrados en casa trabajando para una entrega (que vencía martes a la noche, presentación incluida), al fin tuvimos tiempo para descansar. Por suerte, la fecha casi coincidió con la llegada de la gira del coro en el que canta Matías a Barcelona, así que aprovechamos para juntarnos a comer una paellita (?) en la playa mediterranea.

El restaurant estaba en plena playa, nos atendieron fantásticamente, y la vista era impresionante. Aprovechamos para ponernos al día y recordar los buenos viejos tiempos, morfando como reyes.


Cuando tuvo que irse para el hotel, a preparar el concierto, nos fuimos a hacer tiempo, dando una vuelta por Barcelona. Conocimos la impresionante Iglesia de Santa Eulalia, Catedral de Barcelona, a la que todavía no habíamos entrado. Es una catedral gótica con una disposición medio rara, que nos gustó mucho. El coro está en el medio de la nave y el sepulcro de Santa Eulalia justo abajo del altar. 


Saliendo a la plaza de la iglesia, encontramos una feria de cosas artesanales llena de adornos de navidad. La ciudad está ya con todas las decoraciones; nosotros nos preparamos para vivir nuestra primera navidad invernal.



Dimos algunas vueltas por la ciudad, tomamos un café en la Plaza Real, y apuramos el paso para el lado del Palau. El edificio del Palau de la Música, donde se hizo el concierto, es impresionante. Es una construcción modernista del 1900, que fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. No pudimos sacar muchas fotos, con el apuro y enorme cantidad de gente que había (cantaron a sala llena), pero la verdad merece una visita.


Contaba que Matías canta con un conjunto vocal (La Cetra) de Basel. Junto con la Orquesta de La Cetra, presentaron el Mesías de Händel en Barcelona la semana pasada. La particularidad del concierto es que era participativo... es decir, se audicionó y eligió a unos cuantos amateurs (más de 400, según dice acá) que cantaron el oratorio junto con los profesionales.


La verdad, fue un espectáculo precioso. Nos encantaron, tanto las partes en las que sólo cantaron los profesionales, como las del coro completo. Si se fijan en la foto, toda la gente que está leyendo la obra en los palcos del primer piso, más los que están sentados al lado del órgano, son los amateurs. Por otro lado, sacamos entradas bastante baratas, y nos sentamos bien lejos, y aún así se veía y (sobre todo) escuchaba de maravilla. Punto para los catalanes.

Pasamos una noche espectacular. Cuenta la leyenda (?), que Corina identificó la voz de Matías en alguna parte de los coros y me dijo "¡es ese!" en pleno concierto. Nos las arreglamos para grabar un poquito del bis, a pesar de la estricta prohibición.


(Si pasan el video a HD se ve muchísimo mejor)

Felicitaciones públicas (?) para Matías, de parte de los dos, hermoso laburo. Fue un gran placer ir a escucharte.

¡Enorme gusto haberte visto de este lado del charco! La próxima será en la tierra del asado.

martes, 4 de diciembre de 2012

Asturias: historia, turismo y despedida

Las noticias corren rápido en el principado, y todo el pueblo ya sabía quienes éramos. Entonces empezaron los llamados a la casa de Segundina pidiendo que vayamos a visitarlos: Celina, sobrina de Celia, prima de mi abuela (casi hermanas, porque juntas y solas se tomaron el barco a Argentina) y uno de los más tiernos: Telba, la mejor amiga de mi abuela de la adolescencia. 

Nos pusimos despertador temprano y desayunamos todos juntos, nuestra anfitriona nos llenó de nuevo la mesa de pan, jamones y quesos para acompañar el café con leche. Y apenas comidos, nos subimos al auto de nuevo, el día estaba hermoso. 

En el camino Segundina nos empezó a contar sobre la infancia. Ella no llegó a conocer a su mamá, porque Segunda, mi bisabuela, murió en el parto que la trajo a la vida. Asi que siempre fue pegada a mi abuela, ella la peinaba para ir a la escuela y caminaban hasta clase juntas. 

- ¿Y esa escuela existe? 
- Pues claro, queda en Bárcena del Monasterio.

Allá fuimos. El pueblo era igual a Miño y a Luciernas, no se veía una sola cara en la calle, pero montañas por todos lados. El monasterio estaba cerrado, parece que era bastante gran cosa porque es del Siglo XIII y fue nombrado patrimonio de la humanidad por la unesco (aunque tras bambalinas se cuenta que fue usado para torturas durante la inquisición). 

Al lado del Monasterio había un cementerio muy viejo. Y Segundina nos sorprendió: “¿Quieres conocer a tu bisabuelo? Está aquí”. Y así fue: al final de una fila de tumbas bajo el nombre de Casa De La Derecha y llena de flores estaba la de Don Enrique García Rojas. 

Bárcena del Monasterio. A la derecha, el cementerio; a la izquierda, la escuela.
A uno no le dejaban reponerse porque enseguida, ahí nomás cruzando la calle, estaba la escuela aún con su puerta original; esa que hace 75 años cruzaba mi abuela todos los días. En esa época no había asfalto, todo era tierra, frio, humedad y nieve. Y aunque hoy quizás no esté segura de cómo escribir, en esa época dio todo su esfuerzo para ser mejor ¡todavía se ríe recitando las provincias de España! Y ahí nomás, del otro lado de la puerta en la que yo estaba, ella había aprendido todo eso que hoy recita mientras nos dice que no dejemos de estudiar. 

Nos fuimos a Tineo, al centro del pueblo, donde estaba Celina, quien nos recibió como todos: abrazos, besos y ¡comida! Charlamos, vino su hija con la pareja a conocernos y todos tomamos el 5to café del día, también hecho en cocina económica. 

De ahí: a ver a Telba en Luciernas, la amiga de la infancia. ¡Otra historia de amor! Telba era de una familia muy adinerada, de joven se enamoró perdidamente, pero sus padres estaban en contra de esa pareja. Entonces, para que la dejen casarse, se embarazó. Sus padres jamás la volvieron a ver ni la ayudaron nunca. Ella tuvo dos hijos, pero 15 años después quedó viuda. Hoy tiene un bar, y cuando llegamos estaba pelando una canasta de papas sobre una silla, como si se hubiera quedado en el tiempo. ¡Que hermosa mujer! Nos miraba hipnotizada. “Tienes la cara de tu abuela, no puedo creer que te estoy conociendo. ¡Si habremos reído juntas!”. Todo eran historias y besos para abu. Y se los merece, que les voy a decir. 

Ya se hizo de noche, fue un día increíble. A dormir. ¡Ey, Primero a comer, che, que estamos en Asturias! La sobre mesa se hizo larga, Segundina no ahorraba en palabras y nos contó historias de todos lados. Todas con su acento y esa manera de hablar bien asturiana: “Operáronlo cuatro veces, y un ojo perdiolo. Tenía una nube en el ojo, teníala y tiénela.” No importa de quien hablaba, ella se reía y nosotros nos reíamos, aunque todos los asturianos hablaban igual, a veces parecía que estábamos en un sketch de Les Luthiers. Todavía nos reímos. 

El día siguiente estaba sujeto al clima. Mi abuela nos hablaba siempre de la virgen de Covadonga, nos contaba que tenía una iglesia en la piedra y que había unas montañas muy altas con lagos. Supimos en Asturias que nos hablaba del Parque Nacional Los Picos de Europa, en Cangas de Onís. Sobre la piedra de una de sus montañas está la Cueva de Covadonga, un templo católico del Siglo VIII, famoso (además de por ser una cueva) por tener una cascada y fuente con siete chorros de los que si uno bebe dicen que se casa pronto... veremos (?).


Cerquita de ahí está la Basílica de Santa María La Real de Covadonga, construida en una elevación y a principios del 1800, de una construcción impresionante, de afuera una de las iglesias más hermosas que vi, caminar por ahí fue un placer.

Subimos con el auto a las montañas para ver los dos lagos famosos de los que tanto nos hablaron. El camino era muy angosto y recién a 1000 metros de altura los íbamos a poder ver. Pero llegamos ¡y fue un placer! Descansamos, caminamos por las montañas, recorrimos una mina antigua, descansamos a orillas del lago y tomamos una sidrita del lugar. A su salud. 


Volvimos a Miño muertos de cansancio, nos quedaban pocos días ¡y aún no habíamos ido a Oviedo! 

Al otro día emprendimos viaje temprano. Recorrimos Oviedo, la ciudad más limpia de España, y se notaba en cada vereda. En la plaza central había pavos reales, cisnes y patos que te salían a buscar a ver si tenías algo para darles. Abu siempre nos contó que las mujeres se arreglaban mucho hasta para ir al mercado, asique fuimos a comprobar. Y si, hasta tapado de piel, tacos y maquillaje en la carnicería.

Fuimos a la oficina de turismos para que nos recomiende qué ver. Casco antiguo y Catedral. Nos encontramos con que en la catedral estaba en Santo Sudario, asi que fuimos a echar un ojo. Caminado por las hermosas calles del casco antiguo encontramos el Museo de Bellas Artes, entramos y tuvimos la suerte de ver un Dalí, un Picasso y varios Grecos. 

A la vuelta para Tineo, pasamos de nuevo por Luciernas a ver a Fino. Es muy raro ver a alguien sabiendo que va a ser la única y última vez. Fino nos llenó de besos, y a cambio le dejé todos mis datos anotados, nos dijo que un nieto sabe usar computadoras y quizás podíamos comunicarnos por ahí. Prometí fotos. Nos rogó que le digamos a mi abuela que vaya a verlo, que quiere verla antes de... Por favor, que no llore porque me muero. 

Nos fuimos en seguida a cenar con Segundina y Gonzalo. Segundina hizo lo imposible para que nos quedemos. Nos rogó que volvamos ¡hasta nos dijo si no nos queríamos quedar a vivir en España! 

-¡Pensar que estaba asustada!

Al otro día nos fuimos muy temprano al aeropuerto. Le dejamos a Segundina una carta sobre la cama para agradecerle todo lo que había hecho, y prometiendo volver. 

Hace unos días la llamamos para ver como estaba. Nos contó que habló con mi abuela: le dijo que decidió que el año que viene la va a visitar. 

Hoy estoy lejos de mi tierra, hoy extraño donde nací. Y quizás eso me acerca a vos, pero yo sé que vuelvo. Perdón abu. Por no creerte, por pensar que exagerabas, por no entender tu dolor. Era todo verdad, tal como vos lo contabas. Pero ahora lo sé y se lo cuento a todos, y apenas te vea te lo voy a contar a vos, y nos vamos a reír juntas.


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lunes, 3 de diciembre de 2012

Asturias, tierra de (mi) historia

Asturias empezó antes de sacar el pasaje, antes de pisar Barcelona, siquiera. Asturias empezó cuando le contamos a mi abuela que nos íbamos a España por 6 meses.

- ¡España! ¡Mi tierra! En Barcelona pasamos 27 días, antes de que salga el barco para Argentina. Porque desde Asturias no sabíamos las fechas de los barcos. ¿Vas a ir a Asturias? La casa en la que nací todavía existe, vive mi hermano. Las castañas, Luciernas, el frío.- Y se puso a llorar.

Asi que ese día, la despedida de mis abuelos, tomé nota de todas aquellas historias que escuchábamos de nenas, donde todo parecía lejos, inalcanzable y exagerado.

- Yo soy de un pueblo que se llama Luciernas. Mi casa es La Casa de la Derecha.
- ¿Y te acordás de la dirección, abu?
- No tiene dirección, vos preguntá por La Casa de la Derecha.

Aunque todos sabíamos que era poco probable lo que nos contaba, uno no se pone a discutir con los recuerdos de una mujer de 80 años, sobre todo porque da gusto verla.

¡Y las castañas! Si habremos escuchado sobre las castañas...

-¡Daba pena pisarlas! Caían de los árboles a montón, nadie las juntaba! Imposible no pisarlas. A montón...

Es difícil imaginarse todo lo que se vivía en esa época. Había que irse de Europa, dos se sus hermanos estaban bajo bandera con Franco y ella recién cumplía los 18. Sin madre desde joven, un padre con 5 hijos hace lo mejor que puede.

- Como se trabajaba en esa época, mi amor. El barro hasta las rodillas, el frío, la humedad. Las vacas, las gallinas, caminar kilómetros. Era difícil, mi amor.

El padre decidió mandar a dos para Argentina. Un tío allá las esperaba, tenía un bar. Y también una tía, que podía enseñarles a ser mujeres. Porque como se imaginarán: las mujeres nacidas en los '30, no nacían mujeres: aprendían a ser mujeres.

- Papá nos hizo estudiar. Fui a una escuelita hasta las 15, había que caminar mucho para ir. No había carreteras. Pero él quería que estemos preparadas.

Después de todo esto, nos contó de su hermana Segundina, que vivía en un pueblito cerca de Luciernas. Ella iba a estar feliz de recibirnos, decía.

-Porque Fino está muy mayor... él vive en nuestra casa. Quizás no lo vea nunca más, a mi hermano mayor. Abrazalo fuerte por mí si lo ves...

Después nos siguió contando de su hermana. Hablan seguido, nos contó que tiene una casa grande con varias habitaciones, que nadie habita, por ella y su marido Gonzalo no pudieron tener hijos. Ahí nos iban a atender como reyes, dijo.

Y en seguida empezaron los llamados...


Llegamos a Barcelona y, una vez ubicados y con los horarios de la facultad listos, empezamos a buscar destinos para viajar los fines de semana. Una vez cumplida la promesa de París, tocó Suecia, y después: la llamamos a abu para decirle que ya teníamos pasaje para conocer la casa en la que nació. Ay, como lloró esa mujer. Sus 83 no vienen solos, sepan entender.

Decidimos alquilar un auto para retirar en el aeropuerto. Sabíamos que Tineo quedaba lejos de Oviedo y no iba a ser fácil llegar. ¡Y lo bien que hicimos!

Tineo es una localidad de Asturias que está compuesta por más de 300 pueblos, de los cuales la mayoría no supera los 70 habitantes. Luciernas, Miño, Navelgas y Bárcena están ahí, cada uno a más de 500m de altura sobre el mar, y con una parte de las raíces de mi abuela.


La ruta que nos marcó el gps del celular no fue la mejor, pero eso lo supimos mucho después. Lo bueno fue que seguimos al mar de costado por casi 100 km. Después nos metimos en las montañas por otro tanto. El camino el curva y curva y curva, subida y bajada, subida y bajada. Hasta que llegamos a Navelgas, primer nombre conocido. De a poquito se iban haciendo verdad los cuentos de aquellas veces.

Paramos en un bar y desayunamos. Todos nos miraban. En seguida seguimos camino, la hermana de mi abuela nos esperaba para la hora de almorzar.

Hicimos algunos kilómetros más y finalmente llegamos a Miño, Segundina ya nos había dicho que para encontrar su casa no había más que preguntarle a cualquier persona que veamos, y no fue difícil. Los vecinos se asomaban a las ventanas para vernos pasar: un auto desconocido entró al pueblo.

Una mujer en una ventaba asomaba a su bebé y aprovechamos la ocasión:

- Disculpe, ¿la casa de Segundina y Gonzalo?
- ¡Es aquella de allá!
- ¡Muchas gracias!

Fuimos en busca de esa casa, pero las calles eran todas chiquitas, empinadas, con vacas del otro lado de cada alambrado o pared. Nos perdimos de nuevo. Entonces encontramos un hombre que nos dijo “Síganme”. Y lo seguimos. Era Gonzalo, el marido de la hermana de mi abuela. Resulta que la vecina de la ventana la llamó para decirle que la estaba buscando, y él salió al encuentro. Pequeñas delicias de vivir en un pueblo de 60 habitantes.

Las calles de Miño
Segundina nos recibió en la puerta de su casa, arriba de unos 4 escalones, con los brazos en la cintura sonriendo de oreja a oreja: “Asi que eres tú” dijo. “¡Pero que buenmozos!”. En seguida entramos.

Confesó que estaba nerviosa, que la noche anterior no había dormido porque no sabía con qué se iba a encontrar. Por suerte para todos nosotros llevamos más visitas: mi vieja y chacho se sumaron al viaje, ¡y Segundina estaba encantada con los 4!

En seguida, al mejor estilo asturiano, nos llenó la mesa de comida. Los rasgos de mi abuela se hacían notar y su hermana se dio el gusto de hablar maravillas de ella. Nos contó lo hermosa que era, de sus trajes a medida, de como trabaja desde el amarecer, de cómo enloquecían a sus pies los mozos del pueblo. Y hasta nos contó una historia de amor: parece que mi abuela estaba enamorada de un sacristán y cuando su padre se enteró decidió mandarla para Argentina, entonces decidieron escaparse juntos, pero mi bisabuelo se enteró y la mandó para América un día antes de lo planeado. Nos contó que el pobre sacristán aún anda por ahí, solo, dicen que todavía con mal de amor que nunca se le curó.

Después de comer, nos designaron una habitación matrimonial a cada pareja, y una vez ubicados nos pasearon por la casa. Dos pisos, chica pero muy acogedora. La cocina se llevó el premio a la sorpresa: una cocina económica. Abajo de la casa había un gran sótano en donde antes estaban las vacas durante el invierno, también ponían las cosechas y algunas otras cosas. Hoy tenía la leña, las gallinas, muchas papas y dos freezers llenos de cosas.

Nos contó que viven de un seguro del estado, que como no tienen hijos el ayuntamiento les manda una señora a limpiar dos veces por semana: “¡Y si mi vida, a nosotros ya nos toca descansar!”, y lo bien que hacen.

Durante todo el relato, tres vacas se asomaban desde atrás de la ventana de la cocina.

También nos contó que como no hay comercios, todo el pueblo es abastecido por camionetas que les traen lo que necesitan y se lo deja en la puerta: el lunes el pan, el martes de carne, miércoles los congelados, etc. Ellos tienen varios terrenos que alquilan, y el que quedaba más cerca tenía un protagonista que hasta el día de hoy extrañamos: un burro que era lo más tierno que vi, bajaba las orejas cuando lo ibas a acariciar. ¡Te extrañamos, Eddie! (si, le pusimos nombre).

Hermoso animal, todavía no sé como me dio bola (?)
Salimos a caminar y nos encontramos con unas vistas soñadas. Ahí nomás, dando unos pasos, un valle hermoso y más y más montañas y vacas. Caminando por las callecitas nos encontramos con unas sogas que impedían algunos pasos. Tardamos en entender que pasaba, hasta que vimos salir de un portón a una señora seguida de un montón de vacas. No paraban de salir, cada una siguiendo a la anterior y la primera siguiendo a la señora. ¡A comer pastito, chicas!



Al costado de la casa salía un camino cubierto de castañas ¡imposible no pisarlas! Juntamos las más grandes, y de a poco fuimos viviendo lo que nos contó abu.

El piso lleno de castañas
Ese mismo día quisimos ir a Luciernas. No podía creer que iba a conocer la casa en la nació mi abuela. Cuando estábamos por llegar, Segundina dice "Esa es la casa de la derecha". Si, efectivamente se llamaba así. Y todos la conocían así. 

Llegamos y Tita, la hija de Fino, rompió en llanto. Fino es el hermano mayor de mi abuela, 92 años de experiencia asturiana, todos en la misma casa que los vio nacer. Nos contó más historias, nos habló de abu con el auténtico amor de un hermano mayor, de su trabajo, de su belleza, de lo que la extrañó por años. Nos contó que la casa fue reformada 3 veces, pero que aún conservaba partes originales: el patio y el depósito, asi que allá fuimos a sacar unas fotos.

El patio de la casa en donde nació mi abuela, igual que en aquellos tiempos
Ese día terminó ahí, con todas esas caras nuevas queriendo saber de nosotros. Nos volvimos a Miño a seguir comiendo y a descansar, al otro día tocaban paseos.