sábado, 19 de enero de 2013

Paseos Medievales II: Segovia

Segovia no estaba en nuestro plan desde un principio, pero cuando mis tíos nos ofrecieron llevarnos a visitarla, aceptamos de una. A diferencia de Toledo, hicimos paseo familiar: mis tíos Sergio y Cecilia, y Belén, una de mis primas, nos cargaron en el coche y nos llevaron a recorrer.

Teníamos una deuda pendiente, desde la llegada al viejo contiente: la nieve. Corina quería una blanca navidad a toda costa (?), y como justo en Madrid no nos nevó, mis tíos levantaron el guante y aprovecharon el paseo en auto para subirnos a las sierras ¡y mostrarnos un poco de blanco!

Helada en diciembre, quién lo hubiera dicho (?)
La verdad es que nieve nieve -de esa blanca que uno levanta y usa para tirarle al resto de la gente-, prácticamente no vimos, nos tocó justo el pedacito de invierno limpio entre dos nevadas (dicen las malas lenguas que cuando estábamos saliendo de Segovia, parecía haber arrancado la nevada en la montaña), pero arriba estaba muy bonito, así que no nos podemos quejar.

Bajamos de la montaña, hicimos una parada en un parque precioso cuyo nombre ahora no recuerdo (me matan... ¡perdón!) y seguimos para la ciudad.

Bueno ¡Segovia!

Segovia, igual que Toledo, es una ciudad capital de provincia (de la provincia de Segovia, claro), pero ubicada en la otra Castilla, es decir, en la Comunidad Autónoma de Castilla y León. Como Toledo, es una ciudad muy antigua, prerrománica. Aunque históricamente algo menos relevante que Toledo (digo yo, eh), fue sede de algunos hitos de la historia europea, como la coronación de Isabel la Católica como Reina de Castilla.

El Alcázar, desde la Vera Cruz
Llegamos al mediodía, y antes de enfilar para el Alcázar, nos fuimos un poco a las afueras (al menos de la muralla), para ver la Iglesia de la Vera Cruz. Claro, yo había aparecido en el Boalo con una espada (?) y mis tíos entendieron que lo mejor que podían hacer era llevarme a conocer una iglesia templaria. La primera parada fue esa, entonces, porque según nos dijo Sergio, el muchacho que controlaba el ingreso era un ser de pocas pulgas, y los horarios eran medio jodidos. Efectivamente, llegamos y nos encontramos una hermosa iglesia románica, pero que había cerrado hacía cinco minutos. Averiguamos un poco para ver si llegábamos a visitarla a la salida, sacamos alguna foto y, ahora sí, nos internamos en Segovia Segovia (?).

Nuestra primera visita fue al Alcázar. Como se ve en la foto anterior, está ubicado sobre un cerro y domina la ciudad de Segovia y sus alrededores. Pero antes de hacer nada culturoso (?) nos buscamos un rinconcito y armamos el picnic, ya estábamos sobre la hora del almuerzo.


Residencia habitual de los Reyes de Castilla, el Alcázar está erigido sobre, al menos, alguna ruina romana (que se puede visitar yendo al subsuelo del edificio), y ofició de castillo-fortaleza hispano árabe desde al menos el siglo XII. En el siglo XIX un incendio destruyó gran parte de los interiores, que hoy por hoy están reconstruidos... la gran mayoría de lo que se puede ver adentro son réplicas de los grabados, pisos y techos originales.

La capilla dentro del Alcázar, Corina se asoma desde el cuarto de los reyes
Terminamos la visita guiada por los interiores (pasamos capilla, sala del trono, sala de armas y algunas otras bastante curiosas) y subimos a las torres. Bajamos, después, a ver las ruinas del subsuelo, y salimos, contentos, a reencontrarnos con la familia que nos esperaba tomando un café en la ciudad.


Caminamos todos juntos por la ciudad, charlando sobre y la cruzamos hasta la otra punta, donde está ubicado el monumento top (?) de Segovia. Según dice wikipedia (?), es la obra de ingeniería civil romana más importante de España: el acueducto.


El acueducto tiene algo así como 2000 años de edad, y 20 km de largo. Funcionó hasta hace no mucho tiempo, llevando agua desde un manantial de la sierras hasta el Alcázar. En su parte más alta, llega a casi 30 metros. Impresiona, además, ver que no hay cemento ni nada por el estilo uniendo las piezas de granito. Piedra sobre piedra, se mantiene en pie por la fuerza que ejercen éstas entre sí. Realmente increíble.


Nos quedamos ahí casi hasta el atardecer. Para cuando salimos de la ciudad, ya teníamos que correr... otra vez era casi la hora del cierre de la Iglesia de la Vera Cruz. Pero llegamos, algo así como diez minutos antes del cierre, y la pudimos visitar.

La espada había quedado en El Boalo, pero habría quedado perfecta en la foto en el Edículo de la Iglesia, donde, en teoría, se hacían las velas de armas previas a los duelos, y donde hoy realizan sus actos religiosos los Caballeros de la Orden de Malta.


En resumen, conocimos una ciudad más, nos maravillamos con monumentos impresionantes (en especial, con el acueducto) y redondeamos una tarde espectacular con la familia, que ofició de chofer, guía y sobre todo, de excelente compañía. Mejor imposible.

Más fotos de Segovia



miércoles, 16 de enero de 2013

Paseos medievales I: Toledo

Disclaimer: paseando por acá uno encuentra pedazos de historia medieval por todos lados, así que el título no es la cosa más precisa que este blog ha visto (?). De cualquier manera, las dos ciudades que voy a comentar nos parecieron especialmente atractivas por su historia medieval, y por el excelente estado de sus monumentos de esa época -y alguno incluso anterior del que ya hablaremos-

Felizmente alojados en casa de mis tíos, a quienes les copamos la casa por una semana, aprovechamos para recorrer bastante de Madrid en sentido amplio (?). Es decir, no sólo visitamos la Villa de Madrid -a la que le dedicamos algo así como 3 días-, sino también algunas de las otras ciudades que están más o menos cerca. Bah, técnicamente, de lo que es Madrid (es decir, Comunidad Autónoma de Madrid) sólo visitamos un pueblo: San Lorenzo del Escorial, del que habló Corina en el post anterior. Pero como acá las distancias son cortas (una vez le preguntamos a alguien si un destino turístico era muy lejos y nos contestó algo así como "sí, una barbaridad, como 300 km") y los transportes funcionan muy bien, aprovechamos el hospedaje en Madrid (y la buena onda de nuestros anfitriones) para conocer otras dos ciudades cercanas: Toledo y Segovia.

A Toledo fuimos en tren, en un trayecto que duró algo así como media hora. Está a más o menos 100 km de la Villa de Madrid, y es la capital de la provincia homónima, que está dentro de la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha. Es una ciudad de muchísima importancia histórica y riqueza cultural: fue residencia de los íberos carpetanos, conquistada por los romanos en el 190 a.c., invadida por los visigodos (fue capital del imperio hispanogodo), dominada por los musulmanes (y sometida al califato de Córdoba, del que tal vez hablemos alguna vez) hasta que, finalmente -por suerte, porque se me estaban acabando los sinónimos-, fue ocupada por Alfonso VI. Alfonso les concedió fueros propios a cada una de las minorías, y por eso se dice que Toledo es la ciudad de las tres culturas... allí convivieron musulmanes, judíos y cristianos. La historia sigue una bocha, pero no quiero seguir aburriendo (?).

La mezquita del Cristo de la Luz, devenida en iglesia injerto mediante
De todo esto sale que Toledo tenga, al menos para mi, una particularidad: no es extraordinaria por nada puntual, sino por todo en su conjunto. Mirando para atrás, no me costaría mucho decirle a alguien "sí, tenés que ir a tal lugar para ver tal cosa o tal otra". Toledo no tiene nada de eso... hay que conocerla porque es un conjunto fantástico de cosas que, sobre todo, no se ven juntas en ningún otro lugar.

La Puerta de la Bisagra, acceso principal de la ciudad
Es una ciudad amurallada, bordeada por el río Tajo, que está erigida sobre siete colinas (la caminata por sus calles es subida y bajada constante, nuestros músculos agradecidos), y en la que se conservan calles romanas, mezquitas árabes, una bonita catedral, sinagogas, conventos, unas puertas impresionantes, un alcazar bastante imponente, puentes antiguos... en fin, creo que se entiende el punto. Es una ciudad chica (no mucho más grande que Cerdanyola) que, sospecho, vive del turismo, porque no parece tener mucha más actividad que la comercial -con alguna excepción que comento más abajo-... prácticamente no se ven negocios que no sean para turistas o locales de comida.

El Alcazar de Toledo, hermoso contraste entre fachadas de distintas épocas
Hay que decir una palabra sobre las, ehm... especialidades locales. Es una ciudad tradicional de artesanos, tanto del rubro de las joyas como de las armas. Vamos con lo aburrido (?) primero: Toledo es el único lugar de España en el que se conserva la técnica del damasquinado; básicamente, es martillar hilos de oro sobre hierro o acero, formando patrones y dibujos. La verdad, es bastante impresionante, porque los dibujos los van haciendo los artesanos sobre la marcha, y los resultados son muy bonitos. Es algo que "exporta" Toledo que vimos como souvenir en toda España.

Damasquinado en acción (?), nótese el armero en el fondo
Pero todo esto es cháchara (?), al lado de lo que realmente importa: Toledo es una ciudad famosa por su acero, que ya era importante durante la época romana, pero que con la llegada de los árabes se perfeccionó hasta ser considerada la fuente de las mejores espadas de Europa. Dicen que tiene que ver con el agua del Tajo, rica en minerales, que cuando es usada para enfriar las espadas produce como resultado un acero muy flexible, difícil de quebrar. Hoy por hoy, es una ciudad famosa por sus cuchillos y navajas (un cuchillo de acero toledano es un super regalo), y en la que quedan algunos artesanos -certificados por la municipalidad, para evitar la invasión de productos chinos- que viven de hacer réplicas de espadas.

A lo largo de nuestros viajecitos, fuimos comprando pequeñas boludeces típicas de los distintos lugares que visitamos, para tenerlas en nuestra casa como recuerdo. Y por supuesto, ¿qué podía traer, quien suscribe, como recuerdo, de una ciudad que se especializó históricamente en la forja de espadas? Autorización marital, y violento regateo mediante (porque los precios son, a veces, desorbitantes) me compré lo que será pasado de generación en generación por lo miembros de la Casa Carducci (?), una réplica de una espada de las cruzadas -que, por cierto, todavía tenemos que cranear como llevar en el avión-, que hubiese completado mi felicidad si la hubiese tenido cuando visitamos el Laberinto de Buda.


Paréntesis: los artesanos, como todo el mundo, se adaptan a los tiempos que corren. En las estanterías uno puede encontrar muchísimas réplicas históricas (la Colada y la Tizona del Cid, Excalibur) pero también algunas un tanto más modernas... desde el cuchillo de Rambo, Sting y Anduril (de LOTR) hasta réplicas de armas del God of War y World of Warcraft, pasando por la daga del tiempo del Principe de Persia. En fin, un sueño de ciudad (?).  

Prohibido sacar fotos (?)
Bueno, dejando las armas de lado (BUUUUUUUU), y ahora sí, para terminar, hay que decir también que en Toledo vivió muchos años el Greco, y que en el interior de la capilla de Santo Tomé se encuentra uno de sus cuadros más famosos: El Entierro del Conde de Orgaz. Cuenta la leyenda que en la capilla no se podían sacar fotos, pero que como que me cobren la entrada a una iglesia (!) pura y exclusivamente para ver un cuadro, y no me dejen sacar fotos me daba mucha bronca, me pasé la norma por donde no pega el sol (?) y la saqué igual. Al pedo, claro, porque hay diez mil imágenes mejores en internet... pero bueno, acá está también la nuestra, sacada chueca y escondida, pero nuestra al fin.

Como curiosidad pedorra, hay que decir que hace cuatro años descubrieron que Orgaz nunca fue un condado, por lo que los ridículos estos (?) le cambiaron el nombre a todo lo que decía "Conde de Orgaz", incluyendo su placa mortuoria y el nombre del cuadro (!). Como curiosidad un poco más interesante, que los modelos para la mayoría de las caras que aparecen en los cuadros del Greco (incluso en su apostolado, que tuvimos la suerte de ver en Oviedo) fueron sacados de un manicomio local. En el caso del Entierro, todas las que aparecen arriba a la derecha tienen su correspondencia con alguno de los habitantes del simpático lugar.

En resumen, Toledo fue otra de mis visitas favoritas, a pesar del frío tremendo que pasamos ahí, producto de la niebla infernal con la que nos recibió (que se puede ver en mi foto de la puerta de la bisagra, sacada bien temprano cuando llegamos). Corina dice que la niebla le daba una épica importante, y la verdad es que es cierto... no costaba nada imaginarse que cuando uno doblaba la esquina se iba a encontrar un tipo herrando un caballo a martillazos, o un séquito de caballeros templarios escoltando a algún personaje importante.


Le recomiendo el paseo a cualquiera que tenga un ratito, no conté ni un décimo de lo que hicimos ahí... la verdad es que vale mucho la pena.


Más fotos de Toledo