domingo, 23 de diciembre de 2012

La inolvidable Budapest, Parte III

La mañana siguiente empezó por la Sinagoga Dohány, la segunda Sinagoga más grande del mundo, sólo superada por la de Jerusalem. Hicimos la visita guiada en español para poder aprender más sobre el lugar. De acuerdo a lo que nos contaron, allí funcionó un ghetto judío que posteriormente se convirtió en un campo de concentración. Cuando los soviéticos llegaron se encontraron con muy pocos sobrevivientes y unos dos mil muertos. Sus cuerpos fueron enterrados en el patio de la Sinangoga, en fosas comunes, con placas de quienes se sabe o se cree que están allí. Cosa triste si las hay. En el patio está el árbol de la vida (que es? no hay foto ni explicación!) y grandes placas de piedra con nombres tallados: los nombres de aquellos húngaros que escondieron en sus casas a los judíos durante la guerra, arriesgando sus vidas por desconocidos. Fue una muy linda visita.

Sinagoga Dohàny, la segunda más grande del mundo.
Y para reponernos ¡nos fuimos de compras! Mercado Central de Budapest. Decenas de puestos con diferentes cosas húngaras, con artesanos que no hablaban ni inglés, y otros que hablaban hasta español. Caminamos, compramos chucherías para el hogar y seguimos viaje.

Mercado Central de Budapest.
Siguiente destino: la Ópera de Budapest. El día anterior habíamos pasado para averiguar por las visitas guiadas. Nos encontramos con que los precios de las entradas para las funciones arrancan de dos euros. Nos volvimos locos. Gritamos, lloramos, pataleamos de alegría. Bueno, quizás estoy exagerando, sólo averiguamos para ver algo. Pero lamentablemente para ese día quedaban solo las caras y los próximos dos días no había funciones. GRACIAS BUDAPEST (?). En fin, llegamos a tiempo para la visita guiada. Pablo fue a sacar la entrada y se enteró que tenes tres opciones para la visita guiada: solo la visita, visita y sacar fotos, visita y mini recital. Un leve malentendido con la boletera, hizo que Pablo tenga entrada para sacar fotos y yo para el mini recital, cuando sólo habíamos pagado las de fotos. Nos hicieron poner unas bolsas de tela en los pies y arrancó la visita.

El edificio es precioso. Fue construido a fines del 1800, con permiso del Rey de Austria, con una condición: la ópera tenía que ser menos hermosa que la de Viena. Cuenta la leyenda que el muchacho fue una vez y no volvió nunca por culpa del enojo al darse cuenta la belleza del lugar. Como casi todos los emblemáticos edificios en Budapest, fue construido con materiales húngaros, mano de obra, arquitectos, artistas, todo húngaro. Decorado con hermosos frescos y 4 kg. de oro. La visita, una vez más, valió la pena.

Ópera.
El caso es que termina la visita y los que teníamos pulsera azul teníamos que pasar a una sala para ver un mini recital de 5 minutos. Mi pulsera era azul por error (error no pago, vale aclarar) y Pablo tenía una roja.

- ¡¿Qué hago chucho?!
- Sh! Andá! Nos encontramos a la salida! Sh!

Argentinos por el mundo, que alivio sentirse como en casa (?). El caso es que quedé con un montón de gente en una sala y de golpe de atrás de una cortina sale un hombre vestido del fantasma de la ópera y empieza a cantar. Cantaba muy bien. De golpe empecé de sentir que me miraba. Confieso un eterno gran miedo: que en espectáculos me haga partícipe de la obra, pánico me da. Pensé: “obvio que te estás persiguiendo ¿mirá si te va a venir a hablar?”. El caso es que el amigo atravesó la gente se paró adelante mío y con música de fondo, dejó de cantar y me dijo “Dance with me”. Me puse violeta, ¿justo a mi? ¿posta? , le dije temblando como una hoja “No! I don't know how to dance! Please don't do this to me!”. “PLEASE, DANCE WITH ME!” “NO! I CANT!” y entonces se puso a gritar “WHY GOD??, WHY??!!” y se puso a bailar solo. Todavía no puedo creer que pasó eso, la gente estaba feliz, ¡los japoneses morían de risa! Pasaron horas y todavía temblaba. Terminó el show, se acercó y me guiñó un ojo. Pensé que me explotaba la cara, pero al público le pareció encantador y todos rieron y aplaudieron, no tengo idea si pensaban que era todo armado o qué, pero así fue. El pánico hecho realidad. Ojo, en mi imaginación se sufre más que en la vida real y hoy pienso que haber bailado hubiera sido lo mejor, esta anécdota sería aún más graciosa, aunque acepto que es una de las cosas más bizarras que me pasó en Europa. Jamás volveré a la ópera. Jamás (?). 

Desde el Castillo de Buda, al otro lado del Puente: San Esteban iluminada. 
Seguimos camino. El día anterior, cuando estábamos en San Esteban, nos dieron un folleto de un recital de órgano y una mezzosoprano que se realizaría el día siguiente en la Catedral. Con el tiempo justito, corrimos a ver si conseguíamos entradas. Los recitales en las iglesias son bastante comunes en Europa, y nos podíamos irnos sin vivir esa experiencia. Conseguimos entradas y, como casi todo en Budapest, con descuento de estudiante. La Iglesia más hermosa que conocimos con un inmenso órgano sonando a nuestra espaldas y una voz impresionante acompañándolo. Gran momento.

Paseos nocturnos por las orillas de Danubio. 
Terminadas las visitas del día, nos fuimos a pasear por ahí. Caminamos por un lado del Danubio, cruzamos por el Puente de las Cadenas y caminamos del otro. Sacamos fotos, disfrutamos de la vista y nos reímos por la calle, fieles a nuestro estilo.  Volvimos al Castillo de Buda para disfrutar la vista nocturna y atravesamos la cuidad para volver a la Plaza de los Héroes otra vez. Un placer.

Plaza de los Héroes.
Subte. Hotel. Baño de espuma (?), tecito de frutilla y a dormir.

La mañana siguiente era muy importante: acorde a la orden del vigilante del Parlamento, teníamos que estar a las 8 de la mañana en la puerta para poder conseguir entradas para la visita de las 11.30. Dicho y hecho: llegamos 8 y 11 minutos y compramos las últimas dos. YEAH! Teníamos tres horas en el medio. “¿que hacemos, chucho?”. Cruzamos el río y visitamos la Iglesia de Santa Ana, una de las pendientes. Muy linda, chiquita, barroca, con cuadros en las paredes y frescos en el techo. Seguimos caminando. Caminamos por casi toda la ciudad y llegamos al Sepulcro de Gül Baba.

Gül Baba (traducido: el padre de las rosas, porque siempre llevaba rosas en su turbante) fue un soldado turco que murió después de conquistar Buda con los musulmanes, en 1541. Aparentemente, era un tipo muy respetado y querido.

Sepulcro de Gül Baba.
Nos volvimos a Pest para pasear un rato más por los alrededores del Parlamento, por si se nos hacía tarde. Encontramos junto al río algo espectacular: Los zapatos de los inocentes. Este impresionante memorial hecho por el artista Gyula Pauer, representa uno de los hechos más espantosos de la Segunda Guerra: durante la noche del 8 de enero de 1945 una brigada de ejecución entró al ghetto de Budapest y se llevó a sus ocupantes a orillas del Danubio, allí de los ató de a dos, se fusiló a uno de cada pareja, y se los tiró al río. Se podrán imaginar que pasaba con el que no era fusilado. Esa terrible historia transmite fielmente el memorial, la tristeza de los antiguos zapatos que quedaban a orillas del río. Perdón por el bajón. Sigamos.

Los zapatos de los inocentes.
Se nos hizo la hora así que arrancamos para el Parlamento. Unos cuantos hispanoparlantes, todos juntos esperando la señal. Para entrar tuvimos que atravesar un riguroso control de seguridad, Pablo tuvo que sacarse el cinturón y yo casi todos mis abrigos. No son justamente amigables los muchachos estos, la campera casi me la arrancaron.

Buda desde el frente del Parlamento.
El Parlamento de Budapest es el tercero más grande del mundo, hecho por un arquitecto húngaro enteramente con materiales húngaros, mano de obra húngara y artistas húngaros, como condición para su fabricación. Se usaron 40 kilos de oro para su decorado y los vitrales que llenan el parlamento son todos distintos y pintados a mano. Di vi no.

Parlamento de Budapest, el tercero más grande del mundo.
Una vez terminada la visita, ese mismo día a la tarde nos volvíamos a casa. Pero nos quedaba una cosa por hacer: aún no habíamos comido Goulash. Nos fuimos caminando hacia la famosa Váci Utca (calle Váci), corazón turístico y comercial de Budapest. Encontramos una feria en una plaza con diferentes puestos de comida local, hasta que uno nos ofreció lo que buscábamos: sopa de Goulash en un pan. DEME DOS. Las sentados en unas mesas ahí mismo, hacía frío pero la sopa calentaba el espíritu y nos despedía de la ciudad.

Que le aproveche, lindura!
Y así terminó. Nos volvimos a casa con todas estas historias de este lugar extraordinario que es Budapest. Un gusto.


Más fotos de Budapest

3 comentarios:

  1. Che, que buenas fotos!!!
    Realmente me encantan, evidentemente la maquina es muy buena, pero me gustan mucho las fotos que sacan los dos.
    Esperamos las de la "Gira Española" jaja!

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  2. Soy mami, comento desde acá porque me tiene cansada con eso de "demuestre que no es un robot" La verdad, ni idea de que Budapest fuera tan hermosa. Triste el paso de los nazis, impresionante la reconstrucción, ahora romper, la habrán roto los aliados porque ellos estaban con Hitler, no?

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  3. Merde, igual me hizo demostrar que no era un robot!

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