Diferente a todo
lo que habíamos visitado hasta acá, y partida a la mitad por el Danubio, aparece Budapest, capital de Hungría.
Quizás ustedes se
pregunten ¿y como fueron a parar ahí? La respuesta es simple: estaba de oferta.
Un hotel cuatro estrellas a al 40% que la pocilga de París (?). Había que
aprovecharlo.
Llegamos al
aeropuerto y nos encontramos con el pequeño inconveniente que las máquinas para
sacar boletos de transporte no andaban. Tardamos una vida, pero conseguimos y
decidimos sacar pasaje de transporte libre de tres días, lo que resultó ser una
gran gran idea, recomendable a todos los que quieran conocer ese destino.
Vista de Buda, desde Pest. |
La ciudad, como
antes les decía, esta dividida en dos por el Danubio: Buda y Pest, anteriormente ciudades separadas, que decidieron unificarse a fines del siglo XIX.
Ciudad loca si
las hay. Vistas impresionantes entre castillos antiguos hechos a nuevo y algún
que otro fuerte de la segunda guerra con agujeros de bala.
El transporte es
muy simple: tienen tres líneas de subte con escaleras mecánicas eternas, varios colectivos cortos, tranvías y
trolebús (ni se les ocurra preguntarme la diferencia -uno tiene ruedas y el otro vías!-). El caso es nos tomamos
todo y fue muy fácil. Incluso puede pasarte que te tomes un colectivo para el
otro lado pero aparezcas en seguida en el lugar donde querías estar. Ojo, eso
me lo contaron (?).
Las interminables escaletas del metro. Pero iban a los chapazos (?) |
El hotel, una
mononada. La habitación
inmensa, y el baño nos dio el regalo de una bañadera enorme en la que pude
disfrutar de mis espumosos baños húngaros. Que glamour, por favor. Un detalle, estaban construyendo, en la esquina del hotel, parte de la cuarta linea de subte, que aún no inauguran... pero los ruidos ni se sintieron.
Empezamos a
recorrer por el Parlamento, porque es difícil conseguir entrada para hacer la
visita guiada, y menos mal: no conseguimos hasta el último día. Vale totalmente la pena. Pero por supuesto, esto no lo supimos hasta el día que
nos fuimos, ya que nos dijeron los guardias que para ese mismo día se habían agotado hacía bastante y los dos días siguientes iba a estar cerrado por eventos
políticos. La única opción sería ir el martes a las 8 de la mañana, y rogar que
haya quedado alguna entrada. Seguimos paseando.
A las 4 de la
tarde se nos hizo de noche cerrada, así que cruzamos el río y disfrutamos la
vista del Parlamento desde el otro lado. Los edificios de Budapest están hermosamente iluminados y eso hace un placer caminar de noche por sus callecitas.
El Parlamento de Budapest, desde el otro lado del Danubio. |
Caminamos hasta
el Bastión de los Pescadores, hermoso mirador situado en la colina de Buda,
construido a principios del 1900, con sus siete torres conmemorando las siete
tribus fundadoras de Hungría. La vista es hermosa, justo al lado del Danubio,
se puede ver todo Pest. El Bastión es Disney. Mal. Es todo lo que uno espera de un castillo de película de fantasía. Un lugar hermoso.
Ahí mismo
encontramos a la Iglesia de Matías, una de las iglesias católicas más famosas de
Budapest, construida en el Siglo XIII, reconstruida dos veces. Pequeño detalle:
te cobran para entrar, cosa que siempre me enfurece en los templos religiosos -así los mantienen!-.
Las cosas en Budapest tienen horarios muy estrictos: estaba cerrada. No vayan a
pensar que no teníamos todos estos horarios anotados, sino que el primer día lo
habíamos asignado a lo que fue: caminar por la ciudad y disfrutar de las vistas.
Iglesia de Matías, en el Bastión de los Pescadores. |
Budapest tiene la
magia de haber sido un lugar de todos. No sólo fue Buda y Pest, sino que fue
conquistada por el imperio Otomano por 150 años, fue parte de Austria por casi
toda su historia, fue aliado de Alemania durante la segunda guerra (lo que le
dejó como consecuencia el 70% de la ciudad destruida), y una vez terminada la
guerra pasó a formar parte del Bloque del Este y fue soviética hasta la caída
del muro: una ciudad historia. Escudos comunistas y matroshkas, baños turcos, un
bunker en lo alto de una montaña, todo mezclado en una ciudad hermosísima con
puentes (todos nuevos, imagínense por qué) y un montón de gente bastante
diferente a lo que estamos acostumbrados. Por empezar: casi nada de inglés. ¡A
remarla!
Vista desde el Bastión. |
Una vez que terminamos
de recorrer el Bastión y disfrutar de las vistas, nos fuimos a pasear por ahí.
Habíamos leído sobre algo que a Pablo lo tenía fascinado: el Laberinto de Buda,
pero la web anunciaba que estaban cerrados desde el año pasado. Mientras
caminamos por las callecitas Pablo reconoció la dirección de una de las
entradas secretas de los laberintos. Fuimos en busca de ellos, por las dudas, y
nos encontramos con que ¡¡estaban abiertos!! Como la felicidad del muchacho no
se puede explicar así nomás, decidimos dedicarle un post especial, antes de
seguir con el resto de Budapest. Ya verán…
No se si ya lo dije en Noruega, pero es alucinante, mas allá de las bellezas del paisaje, conocer otras culturas, otras gentes con otras historias tan vastas y tan distintas. Me alegro y me alegra que lo compartan.
ResponderEliminarHungría fue, tal vez, el lugar más "distinto" que conocimos. O está palo y palo con Suecia, pero al menos ahí hablaban en inglés. Fue un hermoso viaje.
EliminarPara empezar no puedo evitar comentar el comentario anterior ¿Cuándo fueron a Noruega que no me enteré?jejeje
ResponderEliminarLos paisajes nocturnos son hermosos, el danubio es azul?? (o está contaminado?)Se me caería un ídolo. Un felicidad pasear con ustedes
Es azul, es azul. Es un muy lindo río, la verdad.
ResponderEliminarGracias por comentar!