lunes, 12 de noviembre de 2012

Suecia II, Uppsala

Arrancamos la mañana del domingo desayunando temprano, teníamos que esperar a Miguel, un amigo mexicano de Alejandro, que nos pasaba a buscar a los tres para llevarnos a pasar un día en el bosque del norte de la ciudad.

El viaje, igual que el día anterior, se nos hizo cortísimo. No tiene sentido insistir en los colores del bosque, se ven en las fotos. Pasamos por la puerta de la casa del Conde, que es el dueño de la tierra donde está el bosque, y también de la casita a la que nos llevaban. Nos contaron que tiene muchísimas máquinas, y que trabaja él mismo su tierra, prácticamente sólo. 

El camino que pasa por la puerta de la casa del Conde
Nuestro destino era una casita de fin de semana que alquilan habitualmente Alejandro, Miguel y otros amigos. Una de esas casas chiquitas, que antiguamente habitaban los siervos que trabajaban para el noble de turno, sin ningún tipo de servicios, en el medio del bosque. El dueño, como decía, es el Conde, que alquila esas casas por un precio bajo, para, digamos, mantener en buenas condiciones ese patrimonio cultural.

Hicimos una caminata cortita, sin salirnos del camino, para ver un poco el bosque. Una paz y un silencio impresionantes, rotos por el ruido de un ¿charquito? de agua que no encontramos.


La casa, minúscula, tiene dos ambientes. Una, el comedor, con una cocina económica y una mesita; la otra, una habitación, todavía más chica que el comedor. Lo primero que hicieron al llegar fue encender el fuego, para calentar el ambiente y hacer algo para comer. De más está decir que no hay luz, agua o cloacas: es un viaje a la edad media... pero con una trampa. Alejandro instaló una batería, que se usa básicamente para poner a funcionar una heladerita cuando ellos están ahí. Además de eso, una lámpara de noche que se carga con energía solar y no mucho más.

Miguel, Corina y Alejandro, tomando mate
Pasamos el mediodía ahí. Comimos quesadillas, ayudamos a juntar las hojas del parque y nos volvimos para Uppsala, parando en el camino en la iglesia vieja, construida en el siglo XI, y perfectamente conservada por esta gente tan civilizada. Un cementerio muy pintoresco en el que, según nos contaron, están los restos de la nobleza de la zona.

La casita en territorio del Conde (conde de verdad, aparentemente) la alquilan entre tres (Alex y dos amigos mexicanos) por todo el año, pero es habitable sólo en verano, a partir de otoño la cierran hasta el próximo año. Uno se mete ahí, en una típica casita nórdica, en el medio de un bosque hermosísimo lleno de árboles de colores y piedras con esa chimenea y un frío bárbaro, y te vuela bastante la imaginación pesando en aquellos que alguna vez habitaron la casa 50 años atrás. OK, LO CONFIESO: me sentí un poco en game of thrones... Winter is coming, muchachos. 

Gamla Uppsala Kyrka (Iglesia de Uppsala Vieja)
La ciudad de Uppsala es la cuarta (en población) de Suecia, y el centro eclesiástico cristiano del país. Las oficinas centrales de la iglesia están ahí, y la Catedral de Uppsala alberga los restos de Gustav Vasa I, un señor muy importante (?) del siglo XVI, rey que inauguró la dinastía Vasa y puso fin a la presencia danesa en Suecia (esto lo estoy wikipediando en este momento, no se alarmen). Es, además, sede de la universidad más antigua de Escandinavia (la Universidad de Uppsala, de 1477) y de la biblioteca más grande de Suecia.

Nuestro paseo empezó por el castillo (previo paso en auto por la biblioteca, que estaban arreglando), cuya construcción inició -obviamente- Gustav Vasa, y que hoy es residencia del Gobernador de Uppsala. Aparentemente, Gustav no era fan de la iglesia, y, como contaba antes, en Uppsala estaba el centro religioso cristiano del país. Vasa se proclamó lider de la iglesia, y empezó la reforma luterana. Por supuesto, esto al Arzobispo no le cayó muy simpático. Fue una época de conflicto muy grande entre el poder político y el eclesíastico, que se nota un pelín en la foto de abajo.

Vista de la Catedral, desde el Castillo de Uppsala
Bajamos del castillo y nos fuimos para la Catedral. Ahí dejamos a Miguel, que tenía cosas que hacer, y nos quedamos con Alejandro, que nos siguió guiando por la ciudad. Llegamos a la catedral, que se empezó a construir en el siglo XIII, y es un hermoso reflejo más de la arquitectura gótica a la que Europa nos tiene acostumbrados.

Corina y Alejandro en un puente sobre el Fyris
Dimos una vuelta por adentro, saludamos a Gustav y a sus tres esposas (la tapa del mausoleo tenía esculpida la figura de Gustav, con una esposa a cada lado (!), la tercera estaba en otro cuarto, creemos). Dejamos la catedral y pasamos por la puerta de la Universidad, no sin antes pararnos a mirar las tremendas rocas con runas nórdicas antiguas inscriptas que están en la plaza. 


No tengo mucho más para contar. La ciudad es moderna como la que más. Las casas son sencillas de afuera (aunque super preparadas de adentro), y hay muy poca publicidad en las calles. La limpieza es impecable, y las vistas, hermosas. 


Llegamos a la casa alrededor de las cinco de la tarde, y nos pusimos a trabajar. Sí, ese día se convocaron todos los latinoamericanos de Suecia (?) a comer, en casa de Alejandro, unas milanesas con papas fritas cocinadas por nosotros. Salieron buenísimas.

Los amigos del norte cenan a eso de las 5, así que tuvimos que promediar: los invitamos a las 6. Montaña inmensa de milanesas recién empanadas y pila de papas fritas para freir. Y llegaron los invitados: Petra (la hermosa ex mujer de mi tío) con su marido, Alejandra (una cordobesa divina, actualmente jueza en suecia) con su marido uruguayo, Carmen (mexicana, ex mujer de Miguel, y tercera inquilina de la casita del bosque), y los hijos de Alex (mis primos): Frida y Lucas, dos genios. La cena de golpe se llenó de idiomas, el sueco, inglés y castellano dividían la mesa y las risas de los chistes llegaban con delay hasta que terminaba la explicación, ¡traducciones para todos y todas!

Hermoso día coronado de una gran noche.

2 comentarios:

  1. Como siempre.... impecables relatos! Nos tienen ya acostumbrados!
    Los quiero!!

    ResponderEliminar
  2. Qué linda debe haber estado esa mesa a la noche!!! y esas runas! una locura

    ResponderEliminar