Llegamos a Barcelona y ya desde el Prat pudimos ver el
mediterráneo por primera vez. ¿Que hace uno cuando ve un mar por primera vez?
¿Llora, grita, canta “nací en el mediterráneo”? No sé, el caso es que ahí me di
cuenta de lo que estábamos haciendo. La historia de nuestra vida. Las fotos de
los portarretratos, las anécdotas de la vejez.
En fin, Dana nos fue a buscar con una camioneta muy
sofisticada y coqueta. Nosotros con nuestra ropa de invierno sufrimos el
impacto de ver gente el ojotas y musculosa, sin proceso de adaptación. Es groso
pasar de bufanda a shortcito en un día!
Nos llevó hasta Mollet, a su casa. Un depto divino que
alquila, donde vive con su hermana, sus dos perros y su gato (sorprendentemente
parecido a Emilia, por cierto). Nos guardó una habitación para nosotros. En seguida
se hizo de noche, tomamos algo en el patio, y fuimos a devolver la camioneta a
su amiga, que se la había prestado especialmente para irnos a buscar (aaawww),
y a buscar su auto.
La Plaza del Ayuntamiento de Mollet, primer y esperado día de lluvia! |
Nos dirigimos a otro poblado: Santa Perpetua, la misma magia de Mollet. Un pueblito muy calmo, con frentes antiguos pero cuidados, callecitas peatonales y angostas, árboles por todos lados, y por supuesto: más gente el ojotas. El calor se hace difícil: treinta y pico de grados, no nos está dejando opción: helado será.
Mi amor ya estaba con abstinencia de informática, pobrecito como sufrió esos días! No agarrábamos ni un wifi y no teníamos compu. Tragedia. En fin, al siguiente día nos fuimos a hacer el primer intento por cambiar esa suerte: fuimos a La Maquinista, el segundo paseo de compras más grande de España, a ver computadoras. Vimos precios, comparamos, pero por supuesto: mi novio no es ningún improvisado: sacó fotos a cada cartelito de compu que le interesó, y apenas tuvo acceso a una pc se dedicó minuciosamente a investigar cada modelo y expedirse sobre cuál era la indicada para cada uno de nosotros.
Ese día almorzamos en Mc Donalds (si, lo sé, primera comida en europa y comemos en un no-lugar. Lo siento, la vida es así (?) ). Resulta que acá las cajitas de las hamburguesas tienen información nutricional de lo que estás comiendo. Aham, hola grasa y calorías!
Su felicidad se debe a que el suyo era el de más calorías |
Algunos días más tarde, y con la información
correspondiente, nos hicimos de nuestra computadora, la “mía”. La de Pablito
requiere más búsqueda aún. El caso es que salí perdiendo porque el señor tiene
más necesidades informáticas que yo, entonces necesita la compu para buscar su
compu (así es como explota el mundo, no?). Alegría! Dos semanas después ya está
en camino. Consiguió una que se ajusta bastante a lo que estaba buscando, en
Madrid. Hoy estará llegando.
Sigamos. El caso es que mi novio tiene mala suerte, porque
él: todo organizado e informado, ya le estaba por agarrar un ataque por no
tener internet ni celulares, y yo arranqué a ponerme medio ansiosa por conocer
Barcelona. Dos días y aún no habíamos ni pisado cerca de la Sagrada Familia!!
(eso pensaba yo). Prioridades son prioridades: primer debíamos conocer el depto
que alquilaríamos, cerrar ese asunto, e intentar encargarnos de los celulares.
Ay, él, todo abstinente!
Al día siguiente nos comunicamos con Cristina, con quien
veníamos en tratativas desde Buenos Aires para alquilar un piso que era de su
madre. La llamamos y nos pidió que nos comuniquemos con Julia, su (ya verán:
particular) progenitora (?). Sospechando (y ante la posibilidad de que algo no
salga bien), desde un locutorio busqué otros avisos de pisos en Cerdanyola
(poblado cerca de la facultad donde, investigación previa, planeábamos vivir).
Acordamos con Julia para el otro día a las 4 de la tarde. Por
fin! Ya estábamos por tener casa, y eso significada que estábamos por tener
celulares, y eso significaba que ya podíamos ir a pasear! (luego de 4 meses de
trámites y mudanza, les juro que difícil pensar en otra cosa).
Ansiosa noche si las hay, al otro día: a ver el depto! Tipo
tres arrancamos para Cerdanyola, nos encontramos con Julia en la puerta del
edificio. De afuera: crítico. La zona me gustó, a Pablo ni un poco. Nos
presentamos con Doña Julia (“dos besos Corina!”, “sorry, mala mía!”). En seguida
notamos que empieza a tocar el timbre del depto. No toca un simple ring, ni una
vez, ni dos: se cuelga del timbre cual portero en emergencia. Nosotros sabíamos
que el piso estaba alquilado, y por las dudas me atreví a hacer la consulta
crítica: “¿Los inquilinos actuales saben que veníamos a ver el piso?”, Julia
con mirada esquiva, contesta “trabajan todo el día, no están. Ahora nos abre
otro vecino que me conoce.”
RIIING. “SOY JULIA, LA DUEÑA DEL TERZERO!” . “ AH! PASA
JULIA!”. Una voz contesta por el portero eléctrico. Nosotros atónitos. No
queríamos ni buscar la cara del otro. Se nos ocurrían diez mil motivos por los
que lo que estábamos haciendo estaba mal, y hasta quizás era un poco peligroso.
Entramos al edificio. Tercer piso por escalera. Cuando llegamos
a la puerta del depto, nuestra querida Julia repite su (se ve que frecuente)
rutina del timbre. No un Ring. Veinticinco seguidos y sin pausa. Nadie
respondió. Nosotros mudos. Abre la puerta y nos empieza a mostrar el depto con
la mayor naturalidad, como quien recorre el living de su casa. En el medio del
depto, una cama desarmada, cosas en todos lados, como es lógico, de los
actuales inquilinos.
Es entonces cuando nuestra (ya temida) Julia decide
mostrarnos las habitaciones. Abre una puerta, y ¿Qué puede haber? SI, alguien
durmiendo. Un pobre, confiado y agotado muchacho. Su cara daba justo a la
puerta. Yo me quedé inmóvil. Pensé en correr. Rogué que no abra los ojos. Lo miré a Pablo. Mudo e inmóvil igual que yo.
Julia cierra la puerta del dormitorio en seguida. Ya ni me
importaba si el depto era lindo o no. No lo vi, o lo vi y lo olvidé, no lo sé.
Nuestra teórica futura locadora no tiene mejor idea que ponerse a charlar sobre
el depto ahí mismo, en el pasillito, con oraciones como “ahora está desordenado,
pero ya lo verán más prolijo”. MAS VALE, SI HAY GENTE VIVIENDO ACÁ! Entonces le
sugerimos que vayamos a hablar afuera.
Esos segundos los pasé pensando en mecanismos de defensa en
caso que el muchacho se despierte y, luego de encontrar 4 personas en su
departamento, decida partirnos un matafuego en la cabeza.
Una vez sanos y salvos en la saludable y pública vereda,
Julia esperaba una respuesta. Se supone que yo debía hablar. No supe qué decir.
Sólo se me ocurrió: “bueno, lo charlamos y hoy le damos una respuesta”.
Ese mismo día corrimos a ver otros pisos, inmobiliarias y
todo lo que tenga cerradura que esté listo para ser habitado. La solución será
otra historia!
Hola, qué lindo contás! (Pablo en el anterior también, que no se ponga celoso), por fin se me informatizaron che, ahora pongan el blog al día que me lo pusieron de página de inicio, quiero novedades fresquitas!
ResponderEliminarJajajaja terrible 'ña Julia!
ResponderEliminarBueno mis chiquillos, me puse al día leyendo los 3 post de un tirón, y fue como estar un ratito con ustedes ^^.
Sigan, sigan! Que idem mami, los tengo al inicio y me tenía podrida la cara de galletita de Coqui (♥) y el "checkineando" jajaja.
Miss u a lot!
Besis
jajaja ... asociate a ésta pág es muy interesante http://www.couchsurfing.org/ soy vivi , no karina
ResponderEliminarImpecable relato. Me hicieron reir!! "No lo vi, o lo vi y lo olvidé, no lo sé." Magnífico!
ResponderEliminarSe los extraña (ya!)
Abz!
Excelente hermana!! Amo sus relatos... no sólo las anécdotas son geniales, sino cómo las cuentan!! son espectaculares.
ResponderEliminarObvio queremos más!
Los quiero!
Me reí tanto "Zoy Julia la del Terzero" jajajaajaj, te imaginé parodiándola y morí.
ResponderEliminarCuidense, y SUFRÍ el calor que tanto te gusta perruna!! Ahí tenés calorón y verano, que tanto pedisteS.
Te adoro. Beso al marido.
Abrazo a usted :)